sábado, 20 de diciembre de 2014

Día 18 (Parte I). Torrevieja Zombie.

Pasé la noche anterior recibiendo las curas de Mari en la cara. Por suerte, Álex había conseguido buen material médico para abastecerse, y con los medicamentos que nosotros recogimos al principio de todo este caos pude controlar bien cualquier infección que pudiese ocurrirme en la cara.
Yo seguí harto de que todo el santo mundo de una forma u otra quisiera matarme. Rabioso y con sueño me levanté del suelo donde pasé la noche de guardia. Eran ya las nueve de la mañana, los demás dormían, y ya era hora de despertarse. Íbamos a salir de allí todos. Incluido Aris, aunque fuese maniatado.
Di unos golpes en el mostrador de la tienda para que todos se levantasen.
- Nos vamos a por el camión - dije entusiasmado y sin pensarlo mucho -.Mario, tú nos guías, ¿no?
- Sé dónde podemos conseguir uno, sí.
- Pues en marcha. ¿No teníais ganas de matar zetas? Hoy se os van a quitar a base de tiros.
No les di tiempo a arreglarse ni a desayunar. Sólo el necesario para desperezarse y recoger lo imprescindible. El plan sería salir dando tiros a todo el que se moviese. Nos cerraríamos en un círculo casi perfecto entorno a Raúl, y Mari que nos darían la munición cuando se nos acabase, y Aris, que no le dejaríamos un arma. Volvimos al edificio de mi piso y bajamos por las escaleras que limpiamos anteriormente de zetas. El portal estaba lleno de los cadáveres que dejamos por nuestro paso, pero nada comparado con la que nos esperaba fuera. Yo mismo abrí la puerta de metal. No había nadie fuera, lógicamente los ruidos en la tienda habían desplazado a todos los zombies que se quedaron en el portal del edificio hasta la tienda. SIn embargo, estaban ahí al lado, a tres pasos de distancia. Tendríamos que salir rápido y sin fallos, de lo contrario acabaríamos alguno muerto. O todos.
Abrí el portal en silencio. En mi cabeza comenzó a sonar Zombieland de Megaherz, y miré a Aris en el último segundo sonriéndole. Me asomé por la esquina y sin pensarlo más veces le abrí la cabeza de un escopetazo al primer no muerto que vi. Era un hombre calvo, y grande, vestido de carnicero, sangre y grasa. Inmediatamente después Asun se puso a mi izquierda a abrir fuego contra la marea de zombies que se nos venía encima. Ella llevaba una pistola que cogía con las dos manos. Su puntería era perfecta. Le puso una bala entre las cejas a una señora con rulos que masticaba el aire, un hombre que parecía un vagabundo y a un chaval vestido de deporte. Claire se puso a mi derecha también a disparar. Ella se puso una venda en la cabeza para apartarse el pelo y cogió una pistola en cada mano. Su puntería no era tan buena, pero al menos retrasaba a todo aquel que daba. Javier se puso a mi espalda para cubrirme la retaguardia. Sinceramente, no confiaba en nadie que pudiese hacerlo mejor que él. Álex y Gema se pusieron a su lado. Ellos dispararon menos, pero entre los tres se cargaron a tres mujeres que salían de la farmacia de la esquina. Eran tres mujeres muy mayores que habían recuperado la vitalidad cuando murieron. Qué ironía. Y en medio del círculo que formamos, Raúl y Mari. Ellos tenían una mochila abierta cada uno. En vez de en la espalda la tenían colocada en el pecho. Ellos se encargaban de recoger los cargadores vacíos, darnos unos nuevos, y rellenar de balas los anteriores. Y todo esto mientras nos movíamos en dirección contraria a donde venían los zombies. Subimos la calle Ramón Gallud hasta el Telepizza disparando a todo lo que se nos acercaba. Mi orden fue disparar sólo a aquellos que estuviesen a menos de dos metros de distancia para ahorrar balas. Pero ni Asun ni Claire me hicieron caso.
Pero hubo un problema. Como siempre. A Mario se le fue la cabeza. Tenía que haberme dado cuenta de que no estaba en sus cabales. Su sitio en la formación era de retaguardia, pero nunca llegó a hacer aquella función. Simplemente cogió su vara de metal con pinchos, rompió la formación y se fue por la esquina de la calle del Hotel Fontana hasta desaparecer de mi vista. No me di cuenta hasta que ya era demasiado tarde.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Día 17 (EDICIÓN ESPECIAL Parte V). Torrevieja Zombie.

- Aris. ¿qué estás haciendo? - preguntó Álex con las manos levantadas tratando de calmar a su amigo.
Yo estaba sudando como un demonio.
- Dejad todas las armas en el suelo y marchaos por donde habéis venido - continuaba Aris con lo suyo.
Claire levantó su pistola y apuntó a la cabeza de Aris. Me hacía gestos como para que me agachara a su señal, pero no me atrevía a mover ni un solo músculo, así que ni siquiera le hacía gestos de negación. Me encantaba su actitud, pero yo me quedé paralizado con aquel cuchillo en mi yugular.
MariAsun y Javier tiraron sus armas al suelo. Javier trató de acercarse con pasos lentos a Aris, pero no funcionó más que para que este incrustase un poco más la hoja del cuchillo contra mi cuello. Raúl trató de calmar a Aris con palabras amables.
- Estás a salvo Aris - decía -. Hemos venido a ayudaros, nos vamos a casa.
Quizá que le tratase como un niño le enfureció, porque sacó el cuchillo de mi cuello y me lo incrustó en la pierna derecha con rabia. Grité de dolor y me caí al suelo sangrando. Aris me agarró del pecho, se puso de rodillas y volvió a la misma posición con el cuchillo en mi cuello. Se me saltaron algunas lágrimas de dolor.
Gema me hacía señales distintas a las de Claire. Hacía movimientos con las manos arriba y abajo, como de calma y respiración. Sinceramente, en aquel momento no pude más que pensar que se estaba burlando de Aris y creí que lo que quería era que me matase. Pero lejos de la realidad, Gema sólo trataba de calmarme a mí con la mirada. Me di cuenta de ello cuando Mariose abalanzó sobre el brazo de Aris desde su espalda. Había aprovechado la confusión del navajazo en la pierna para flanquearle y ponerse a su espalda para aprovechar la mejor opción.
Se puede decir que no acertó del todo en la decisión, porque del forcejeo, el cuchillo acabó rajándome medio lateral de mi cara. Pero al menos estaba a salvo.
Estaba cansándome de que todo el mundo quisiera matarme.

Día 17 (EDICIÓN ESPECIAL Parte IV). Torrevieja Zombie.

- Y yo me alegro de verte a ti, Adri - respondió Álex estrechándome la mano.
Alcé las manos para calmar a todo el mundo y todos bajaron sus pistolas. Había más gente sobreviviendo en esta ciudad infectada, y poco a poco íbamos encontrándonos. Sólo hacía crecer en mí la esperanza de que el resto de mi familia estuviese a salvo en algún punto desconocido para nosotros.
- ¿Cuánto tiempo lleváis aquí? - le pregunté a Álex mirando hacia la persona que aún se escondía en la esquina tras el armario.
- Es Aris - me comentó Álex leyéndome en la mente la pregunta de quién era -. Hace una semana se abrió la cabeza contra un bordillo escapando de esas cosas y no ha vuelto a ser el mismo.
- Zetas - dijo Claire - nosotros los llamamos zetas.
- O zombies - siguió Asun
- ¿Y has estado cuidando de él el resto del tiempo?
- Por suerte pudimos encerrarnos aquí a tiempo y nos mantenemos gracias a las reservas que llevábamos. Hoy mismo tenía que haber salido a por más provisiones, porque se nos habían acabado.
Me acerqué a Aris para darle un abrazo. Hacía muchísimo tiempo que no veía a ninguno de los dos, y me alegré bastante de verlos, aunque fuese en aquella situación. Le miré la frente al pobre Aris. Tenía una cicatriz desde la mitad del cráneo hasta su ojo izquierdo. El golpe debió ser impresionante como para hacerse tal montruosidad de herida. Por suerte estaba bien curado y tratado, Álex se encargó de eso.
- ¿Cuál es el plan?
Me hubiese gustado que no fuese Mari quien hiciese la pregunta. Porque no tenía respuesta. Fuera se oían los golpes de los brazos muertos de los zetas golpeando la chapa de la puerta de la tienda en busca de algo que llevarse al estómago. Nosotros. Teníamos que salir de allí, y yo sentía que estábamos atrapados en una ratonera. Nosotros los malditos y desprotegidos ratones. Y habían soltado a los gatos.
- Yo tengo un plan - dijo Raúl aún quejándose de sus heridas -. Podemos coger otro camión de algún lado. Me sentí muy seguro en aquella cabina. Al menos más seguro que aquí
- ¿Dónde encontramos otro trailer? - preguntó Javier
- Yo creo que puedo conseguir uno - respondió Mario - pero queda un poco lejos de aquí. Además, tenemos que salir antes de aquí.
Todos me miraban a mí. Y aún no sé realmente por qué.
Me levanté de al lado de Aris y me dirigí al resto para explicar un plan que se me había ocurrido. Pondríamos hacer ruido de alguna forma al otro lado de la calle para que los zombies se alejasen de la puerta para que Mario y yo fuesemos a por ese camión que decía que podía conseguir. Pero siempre existe un pero...
Gema dio un chillido, pero ya era demasiado tarde. Aris se levantó a hurtadillas, ocultándose en las sombras y se puso detrás de mí. Me agarró con un brazo por el cuello y me puso un cuchillo en la yugular.
- Muévete un poquito y te degüello.

Quizá

Quizá éramos demasiado jóvenes haciendo cosas de mayores, 
Quizá mezclé emociones para escribir canciones, 
Quizá fue la distancia y la nostalgia que describo en composiciones, 
Pero nunca fui el imbécil que describes en oraciones.


Quizá el tempo que yo usaba era más lento, pero no machacaba,
Quizá hablaba más lento que pensaba y por eso me trababa
Quizá era sólo lo insignificante lo que olvidaba y lo importante recordaba,
Pero nunca fui el cobarde que describen tus palabras.


Quiza fueron los inventos que usaba para enamorarte cada día,
Quizá no me querías y me engañabas con besos de papel, 
Quizá te ganó el futuro o el ayer,
Y ahora cada anochecer,

Miro al cielo en busca de esa luna púrpura de babel.

Pero jamás entenderé que juraras si realmente no sentías, 
Ni comprenderé que todo lo que dijiste fueran mentiras,
Sólo me queda olvidarme de tu imagen, de recuerdos que fueron fantasías, 
Recuperar un corazón roto por tus besos y miradas frías.


Hoy no hay texto triste, ni rencor,
Pues ya no queda ni llanto ni amor.
Vuelvo a ser poeta de la noche, y mi canción, 
Es desahogo limpio, himno al dolor.
Pues ya no hay más te quieros ni piano para dos.

jueves, 4 de diciembre de 2014