sábado, 1 de noviembre de 2014

Día 17 (EDICIÓN ESPECIAL Parte I). Torrevieja Zombie.

Aquel día no comenzó de madrugada al despertar. Aquel día comenzó a las doce de la noche. La noche de los no muertos. Un alboroto en la calle hizo que todos nos reuniésemos en el balcón para descubrir por qué los zombies se comportaban así.
Y no era más que porque habían conseguido tirar la puerta abajo y entrar en el edificio.
Rápidamente todos nos pusimos histéricos.
Javier y yo inventábamos un plan de huida. Empezaríamos por subir al ático. Podríamos ir de tejado en tejado hasta edificios laterales, y nos daría una oportunidad de resistir. Para nosotros estaba totalmente descartado el enfrentamiento frontal.
Mario parecía encantado con la idea de patear zombies con una vara de metal. Cada extremo estaba afilado a conciencia y unos centímetros por debajo de las dos puntas había soldado pinchos para formar una maza.Asun también parecía embelesada con la idea de matar zombies. Ella un poco más clásica se decidió por la escopeta. Y Claire... bueno, Claire fue un caso a parte. Desvalijó la cocina de cuchillos y los dejó caer por el balcón encima de la multitud de gente que nos rodeaba.
No podía detenerles en sus pensamientos. Estaba claro que iríamos a la lucha. Y yo estaba pensando seriamente en dejarlos solos y huir.
Pero no pude.
Cogí una pistola del alijo que consiguió Mario y me serené. Me cargué también de cargadores todos los bolsillos de mi pantalón. No sé cuál era el plan, pero si teníamos de dar tiros los daríamos. No sé muy bien por qué, pero fui yo el primero en abrir la puerta y bajar por las escaleras del edificio. Se oían los sonidos guturales de los zetas abriéndose paso por el portal hasta la escalera por la que nosotros bajábamos. Estábamos en un quinto y los sonidos eran escalofriantes.
En el cuarto el ruido era terrorífico.
En el tercero sobrecogedor.
En el segundo te paralizaba.
Así que no seguí bajando al primer piso. El primero de los no muertos con los que nos toparíamos aquella noche apareció por la escalera. Dudé sólo 3 segundos en disparar. Tres lentos segundos que hicieron que el zombie se abalanzase sobre mí con la boca abierta como si fuese un cocodrilo. Le puse las manos en el pecho y la frente para parar su embestida, pero su hambre era bastante más que mi fuerza. Justo antes de que se ajustase la mandíbula a mi yugular, Gema puso su pistola en la sien del zeta y apretó el gatillo sin miramiento.

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