martes, 11 de noviembre de 2014

Día 17 (EDICIÓN ESPECIAL Parte II). Torrevieja Zombie.

Gema me había salvado la vida. Pero me había empapado de sangre coagulada y vísceras de aquel pobre hombre. No se lo dije a ninguno, pero al menos síntoma de pesadez, a la menor sospecha de que estuviese muriendo y convirtíendome en uno de esos zombies por solo haber tocado su sangre, me metería la pistola en la boca y acabaría con tanta tontería.
No se veía muy bien. Eran las doce de la noche y sólo nos alumbrábamos con unas linternas a las que temíamos se les acabasen las pilas. Empezamos a bajar la escalera pegando tiros a todo el que subía. Zeta tras zeta íbamos bajando. Lentamente. Jodida y espeluznantemente lento. Asun estaba poseída. Le reventó la cabeza de un escopetazo a una mujer vestida de traje y corbata que se arrastraba por los escalones, e inmediatamente después llenó de plomo a un hombre muy corpulento que iba detrás de ella. Claire y Javier disparaban por el hueco de la escalera, y Mari les repartía cargadores a todos cada vez que uno lo pedía. Parecía que llevaban años haciendo aquello, pero supuse que sus ganas de sobrevivir eran tales que su eficiencia y eficacia eran máximos. Bendita adrenalina.
Raúl iba a la zaga. Estaba muy débil aún, pero yo supuse que no se convertiría en uno de ellos. Si no lo había hecho ya, no lo haría nunca. Sujetaba una linterna realmente grande que teníamos guardada en casa, e intentaba iluminar la zona lo mejor que podía.
El estruendo que forman una escopeta y tres pistolas en el pasillo y escaleras de un edificio es inmenso, pero no es para nada comparable a lo que vino después. Mario se volvió completamente loco. Lo supe al ver sus ojos, inyectados en sangre y fuera de sus órbitas. Jamás lo vi así antes. Su vara de metal en la mano y una mochila al hombro. Introdujo el extremo afilado de la vara entre la ranura de las dos puertas del ascensor, puso su cuerpo como tope para que no se cerrara y miró hacia abajo. Efectivamente, una docena de zombies estaban encerrados en el hueco del ascensor. Pensé en cómo habían conseguido llegar hasta allí, pero me interrumpió la sonrisa brillante de Mario. Entonces lo supe. Les había tendido una trampa. Mario cogió de nuevo su vara y se rajó la mano izquierda para después dejar caer gotas de sangre sobre los zombies dos pisos más abajo.
- Dame fuego - me dijo.
Arranqué la mochila de las manos de Mari y busqué enloquecido un mechero aún con la poca luz que reinaba. En su lugar encontré cerillas, me valía. Me acerqué con ellas a Mario y pude ver lo que él veía. En el hueco se apelotonaban cada vez más zombies, la sangre que había tirado hacia abajo había congregado a una decena de zombies más. Entonces sacó de su propia mochila un bote exactamente igual al que un día había estallado contra el parabrisas del camión en el que estaba. Miré a Claire y ella me devolvió una de esas sonrisas que te dicen que todo va a ir bien. Le prendí fuego a la mecha hecha con un trapo y Mario lo tiró para abajo.
El ruido de los disparos se apagó por completo para mi. Sólo oía los gemidos y chillidos de los zetas que estaban quemándose en el hueco del ascensor. No sé cuánto tiempo pasé viéndolos arder. Incluso le cambié el sitio a Mario, que se fue a seguir disparando junto a los demás, para poder seguir contemplando la (no) belleza de aquel espectáculo.
Perdí la noción del tiempo. Y Asun se acercó a mí por la espalda para llamarme. Pero yo no hacía caso. Sólo tenía ojos para ver los cadáveres convertirse cenizas. Tuvo que abofetearme para sacarme de mi propio limbo. No se lo dije a nadie, pero creí morir viendo aquel espectáculo.
- Ya hemos acabado con todos los que han conseguido entrar - me informó Asun -. Me he cargado como a unos veinte.
Sonreí mecánicamente. Me quité de las puertas del ascensor y estas se cerraron rápidamente detrás de mí. Parecía que estábamos a salvo una vez más. Pero el día no había hecho más que comenzar. Miré el reloj y marcaba las 8 de la mañana.
- Mataría por un cigarrillo - dijo Asun sacándome de mis pensamientos.

2 comentarios:

  1. Las votaciones son absurdas. Dos que son mala y una que es demasiado buena... No hay términos medios. Mola la historia...

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