miércoles, 15 de octubre de 2014

Día 10. Torrevieja Zombie.

Realmente no sabía si seguir buscando a Raúl o darlo por perdido. Ayer estuvimos buscándolo hasta que cayó la noche y no aparecía. Mari yGema nos contaron que se bajó de la cabina a reponer comida y agua de la cafetería del hospital, pero no volvió. Lo buscamos a él y a su posible cadáver andante, pero no encontramos más que la bolsa de provisiones llena en la barra de la,cafetería.
Ayer también le hice una cura rápida a Gema y le di unos antibióticos. Hoy le he cambiado el vendaje y parece que mejora. La fiebre se ha reducido y ya no tiembla.
Mari se había convertido en una niña. La situación le ha superado y no puede lidiar con ello. Se mueve por impulsos innatos, come y bebe por hambre y sed, pero ni muestra emociones ni sentimientos. Estoy muy asustado. Conociéndola, tan alegre y simpática, no la reconocía.
Javier me habló al oído en la cabina para que no le oyesen las chicas.
- Tenemos que salir por patas tío, no podemos estar aquí de por vida.
No sé quién me había convertido en el líder, pero no me gustaba ese rol. Cogí el volante y me puse en marcha. Dejando atrás el hospital me dirigí al Mercadona sin ningún plan en la cabeza.
- Por favor, quitadme esta ropa - se oyó en un susurro.
Frené y miré a mi derecha. Mari había hablado. Cómo no me he dado cuenta. Estaba cubierta de sangre y vísceras. Le di marcha al camión y llegué al Centro comercial Habaneras en tres horas y media. Sí, tres horas y media. No era fácil moverse entre los coches siniestrados y abandonados, las calles cortadas y las mareas de zombies que nos encontrábamos.
Miré a Javi, tocaba otra incursión en silencio. Mirando al Carrefour sentí que estaba dando vueltas idiotas por la ciudad sin nada que hacer. Pero me quité esa idea de la cabeza. Teníamos que ayudar a Mari.
Para atraer a todos los zetas posibles, antes de bajarnos empecé a pitar como un condenado. Y sí, como estáis pensando se me fue de las manos. Llegaron centenares de zombies por todos los lados, salieron del Ozone, del CC Habaneras, llegaron desde el Carrefour. En una ciudad en silencio el ruido se propaga por el viento con facilidad. Tocaba hacerse el héroe otra vez. Le pedí a Javi que tomara el volante y condujese hasta que los zombies estuviesen a unos metros de distancia del camión. Me bajé de la cabina y rápidamente me escondí entre los coches del parking del Lidl. Javi siguió pitando, alejándose él y los zombies. No, no pensé mucho el plan, pero funcionó.
Corriendo atravesé la calle y me metí en el centro comercial. Las puertas de los comercios estaban cerradas y sin electricidad, y podía ver a los zetas mirarme golpeando el cristal. Terrorífico. Seguí mi camino, hasta bajar a la planta inferior y meterme en el C&A. Cogería ropa para todos, por si acaso.
Me acerqué al mostrador con cautela. De detrás saltó una zombie sobre mí, pero tropezó y cayó de bruces contra el suelo. Yo, asustado, se me ocurrió tirarle encima la estantería de collares y baratijas que tenía a mi lado. Funcionaba momentáneamente. No tenía mucho tiempo. Cogí una de las bolsas grandes de la tienda y cogí lo primero que pillé de la tienda, tanto de hombre como de mujer.
Salí corriendo de la tienda. Subí las escaleras y llegué a la calle. Hice aspavientos al camión, aparcado lejos en la rotonda para que me recogiesen. No quería pasar un minuto más solo y en peligro.
Llegaron con un par de metros de ventaja sobre el centenar de no muertos que los perseguían. Gema mantenía la puerta abierta. Subí en marcha más rápido de lo que realmente jamás pensé.
Nos alejamos hasta llegar al parking del Gross Mercat, donde hicimos noche hace una semana Javi y yo. Mari agradeció la ropa nueva no sin antes hacernos dar la vuelta para no verla. Gema también se cambió, y Javi y yo nos pusimos unas camisetas idénticas.
La noche cayó y todos me agradecieron mi esfuerzo. Esto no era nada con lo que venía después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario