viernes, 24 de octubre de 2014

Día 16 (Parte I). Torrevieja Zombie

No me despertó ni un ruido ni una luz. Me despertó un olor. Un olor que me hizo abrir los ojos y que inmediatamente se me llenasen de lágrimas. Olía a paella.

Estaba en mi habitación. Por un momento creí que todo lo había vivido hasta el momento había sido una mala pesadilla provocada por una mala indigestión por la noche. Pero nada más lejos de la realidad. Miré por la ventana y allí seguía la Torrevieja Zombie que desde hace dos semanas conocía. Aún así me sentía confortablemente bien al estar en mi casa y haber dormido en mi cama.

Abrí la puerta de la habitación y me dirigí hacia donde oía voces. Crucé el pasillo y salí al salón-comedor. En la mesa, rodeando una paella grande y llena de pollo, estaban Gema, Claire, Asun y Mari. Mario estaba sentado en una butaca fumándose un cigarrillo mientras Javier discutía con Raúl sobre "El Club de la Lucha" que se reproducía en la televisión.

Ninguno se dio cuenta de mi presencia hasta que pasaron unos minutos que me tomé para disfrutar de la relativa calma que se había producido en aquella casa.

Le quité el tenedor con el que estaba comiendo a Mari sentándome junto a ella en el banco de la mesa y empecé a comer. Todos me miraron y resoplaron al verme por fin despertar. Resultado de haber estado sufriendo doce interminables horas en las que no despertaba ni con golpes. Tuvo que ser el olor de la paella que hizo Mario quien me despertó. Todos me sonrieron de una manera que jamás había visto en la cara de nadie, pero me reconfortó.

Pero sólo fue un instante. El instante después, en el que mi mente se conectó de nuevo al mundo real fue de auténtico pánico.

- Mario... ¿dónde está mamá, Álex y Rober?

Mi hermano no contestó. Bajó la cabeza al suelo y apagó el cigarro en el cenicero. Estuvo a punto de salírseme literalmente el hígado por la boca. Tenía ganas de vomitar. Las sonrisas de todos se habían borrado, y se hizo un silencio apagado por los gruñidos guturales que procedían del exterior.

- ¡Mario!
- ¡No lo sé! - contestó - Mamá estaba trabajando en el centro comercial, y Álex y Roberto no estaban en casa cuando toda mierda comenzó.

Esta vez sí que se me salió el hígado por la boca. Fue al baño y vomité lo que había comido y parte de la bilis. Cuando volví al salón, Asun me abrazó amargamente y Gema se unió a su abrazo. Seguramente todos los que nos encontrábamos allí estábamos pensando en ese momento en nuestras familias. Estábamos perdidos y solos en un mundo completamente apocalíptico.

- Raúl... - dije para reponerme - ¿cómo has conseguido llegar hasta aquí?

Raúl carraspeó un poco. Su mirada era valiente, pero sus ojos gritaban que no estaba del todo orgulloso por lo que había tenido que hacer.

- Cuando os metisteis en el hospital un grupo de esas cosas os siguió. Me bajé del camión para hacer ruido y que me siguiesen a mí. Necesitábamos esos medicamentos, y la verdad es que no pensé muy bien lo que hacía. Cuando me vieron me comenzaron a seguir, pero me caí y no me dio tiempo a volver a subir a la cabina del camión. Rompí a correr en la otra dirección hasta que me cansé. Me escondí durante días en el IES "Mare Nostrum". Creí que habría alguien escondido allí, pero si lo había no hizo señal alguna. Cogí el autobús del Torrevieja CF y vine al centro guiado por una intuición y me encontré a tu hermano.
- Yo creía que era el único superviviente - interrumpió Mario - y casi le parto la boca.
- Y aquí estamos

Aún tenía muchas dudas, pero no estaba en condiciones ni para preguntarlas ni para que fuesen resueltas. Sin embargo hice una más:

- ¿Y de dónde habéis sacado tantas armas?

Mario se levantó del sillón y me hizo una señal para que le acompañase a la terraza. Abrió el armario donde antes guardábamos las herramientas de bricolaje y descubrí que estaba llena de armas y munición. Pistolas y escopetas, rifles y cargadores...

- ¿Cómo...?
- Un amigo es cazador profesional. Fui a su casa hace dos días y me traje todo lo que vi útil. Incluido esto.

Mario sacó del bolsillo un puño americano de plata. En cada nudillo una punta afilada como el cuchillo de un carnicero. Por la espalda apareció Asun sonriente y dijo:

- Prepárate Adri... hoy nos vamos de caza.

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