miércoles, 15 de octubre de 2014

Día 3. Torrevieja Zombie.

Hemos descubierto que no corren. Andan un poco más rápido de lo normal por el ansia de cogerte y llevarte al estómago, pero no corren. Cualquier persona al trote puede evadirlos en una persecución. El problema son los que acabo de nombrar como "ninjas" que te pueden asaltar en cualquier momento desde la esquina. Pueden estar con las piernas rotas en el suelo y tú creer que están muertos del todo, pueden estar innactivos en la maleza, pueden estar encerrados en casas que parecen vacías... en definitiva, era demasiado peligroso ir por ahí sólo con tu par de piernas.
Así que necesitábamos algo con lo que defendernos. Recuerdo una vez que le pregunté a mi hermano si en Torrevieja había tiendas de armas. "No lo sé, pero creo que no" fue su respuesta. ¿Qué habrá sido de mi familia?
Javier y yo pudimos entrar en el camión de reparto. Por suerte no había peligro en la zona de carga y descarga. Las puertas estaban cerradas, y lo único que se oía eran manotazos y patadas contra la chapa.
Yo, decidido, propuse ir a buscar a más supervivientes, no podíamos ser los únicos con tanta suerte. Javi aceptó sin dudarlo, pero la otras tres personas no. Se quedaron en la azotea del Carrefour esperando ayuda aérea. No les culpo de cobardía, yo mismo hubiese hecho lo mismo de no ser por mi estupidez.
Por suerte el camión era de marchas automáticas. Nunca había conducido uno, y no sé si sabría conducir uno de cambio manual. Javi de copiloto y al lío. Sólo nos faltaba una cosa, superar la puerta metálica, y los no muertos de detrás de ella.
Nos quedamos mirando la puerta, escuchando los gruñidos, golpes metálicos y mordiscos al aire. Yo me quedé pensando. ¿Cómo había sido tan rápido? A nosotros nos había pillado un golpe de suerte y cuando llegaron al supermercado pudimos subir rápidamente. ¿Pero cómo llegaron tan rápido?
Apreté el acelerador y empotré de golpe el camión contra la puerta, que cayó sobre los muertos. No describiré el sonido que hizo el camión al pasar las ruedas sobre la puerta, cráneos y más huesos.
Giramos a la derecha en la rotonda para ver cómo estaba el Foster, el Lidl y demás. Todo abordardado. Giramos 180 grados en la siguiente rotonda y enfilamos el puente hacia el Aquopolis. Parecía todo en calma. Aparqué en el parking del Gross Mercat durante un largo rato para encontrar nada más que el silencio.
Parecía un buen lugar para hacer noche.

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